domingo, 22 de enero de 2017

FUNDIDO A NEGRO: 4 PELICULAS ESTUPENDAS



El año pasado Spike Lee protestó porque los Premios Oscar no incluyeron en sus nominaciones directores o actores negros:  “¿Cómo es posible que por segundo año consecutivo todos los 20 contendores en la categoría de actores sean blancos? Y ni siquiera vayamos a las otras ramas. (…) ¿Acaso no podemos actuar? ¡WTF!”.
 
También Jada Pinkett, esposa de Will Smith, se unió a la causa: “¿Es momento de que la gente de color reconozca cuánto poder, cuánta influencia hemos amasado, que ya no necesitamos pedir ser invitados a ningún lado? Rogar por reconocimiento, o pedirlo, disminuye dignidad y poder. Y somos gente digna, somos poderosos.”

Sí. Es cierto que a la industria de Hollywood la ha dominado la gente blanca desde sus inicios. Blancos y viejitos. Pero también es cierto que la corrección política no entra en el arte. Sería desastroso que un día se equilibren las nominadas solo por la obligación  de incluir gente negra. Cada grupo que se sienta marginado en el arte podría protestar e invitar a boicots para que los jurados de tal o cual festival se vean presionados a parcelar los premios de acuerdo a una supuesta “inclusión”.
Incluso un sector de la prensa admitió que el año pasado las producciones de actores negros no eran lo suficientemente buenas.
Éste año la cosa cambió. Podemos enumerar cuatro producciones estupendas donde brillan los actores negros:

1-EL NACIMIENTO DE UNA NACION: Es el ajuste de cuentas del director y actor negro Nat Parker con el filme clásico de D.W Griffith. Donde Griffith proponía un racismo rampante al punto de agradecerle a Ku Klux Klan sus asesinatos racistas, Parker exhalta a Nat Turner, líder de la revuelta abolicionista en 1831. La ironía está servida porque el nacimiento de USA como Estado se encuentra marcado por hechos abominables como la esclavitud de la cual se nutrió la sociedad gringa y los propietarios terratenientes: con un reguero de sangre. Parker ganó el Festival de Sundance con esta historia èpica.

2.HIDDEN FIGURES: Tres mujeres negras pusieron en órbita a John Glen , el decano de los astronautas norteamericanos. Katherine Johnson y sus dos brillantes amigas, son computadoras humanas, capaces de hacer a mano lo que hoy realiza cualquier laptop. La fuerza del filme radica , precisamente, que siendo mujeres y negras pudieran imponer su inteligencia en un medio dominado por hombres blancos. La Nasa se conviritiò , sin quererlo, en la empresa pionera de inclusión.

3. LA REINA DE KATWE: Otra vez se luce Lupita, la reina afro del Hollywood actual. Aunque Lupita no sea la protagonista absoluta,  interpreta a la mamá de la que se lleva la mayor cantidad de metraje. Inspirada en la vida y milagros de Phiona Mutesi, maestra internacional de ajedrez que hoy cuenta con 20 años de edad. En la lejana Uganda sucede esta historia de garra, temple y lección pedagógica.

4. MOONLIGHT. La única de la lista que no es directamente una “true story”. Moonlight tiene una extraña fuerza narrativa. Un personaje arrollador. Es exactamente lo opuesto a todo lo que hemos visto en los thrillers del bajo mundo del cine independiente norteamericano. Fluye con un sentimiento de compasión y de solidaridad. Nunca el futuro fue tan negro. Salud!!!

miércoles, 18 de enero de 2017

De las lágrimas en el cine



Yo lloro en el cine desde siempre. En una de las primeras películas que vi en el Teatro Las Vegas del barrio Colón, un hombre descendía por una montaña mientras lo arropaban a plomo por todos los costados. El hombre dejaba ir el cuerpo colina abajo  y viajaba de  árbol en árbol. Malherido, no les daba gusto a los verdugos y aplazaba la muerte mientras se desangraba. Era un forajido del lejano oeste y aunque el sheriff asumiera que el bandido “se lo había buscado”, todos llorábamos con moco de bomba. Nada justificaba tal carnicería. 

Las películas de Jesucristo eran un campeonato aparte. Cada latigazo lo sentían las señoras en carne viva: “No le peguen más, por Dios!!!  Y ese llanto convertía aquella sala vetusta en una especie de 4D como las de ahora donde vas a 200 km por hora, te mojas y te disparan en la nuca.
En mi top de lacrimógenas no pueden faltar: “Los puentes de Madison”, “Cinema Paradiso” y “Érase una vez en Amèrica” . Curiosamente, las dos últimas con bandas sonoras de Ennio Morricone. En “Érase..” sucede una escena antológica: el chico menor va bailando porque los pilluelos han coronado un botín. Ante el estruendo de un balazo, el  chico cae y sólo atina a decir en primer plano: “Me resbalé…”. No queda ojo seco en la sala.

No es el cine el que inventó las lágrimas. Ya se lloraba en la tragedia griega, en el Teatro isabelino, en la ópera, en la novela… Pero las películas lo logran de una manera más poderosa porque existe allí una combinación de todas las formas de emoción.
El espectador de cine mira por una ventanita éstas vidas ajenas, éstos desencuentros e infelicidades y  llora por identificación (“eso ya me pasó a mi”) o por temor (“eso me puede pasar a mí en cualquier momento”). Si un dramaturgo, escritor o guionista logra sacarnos las lágrimas, se debe dar por bien servido. Ha logrado golpearnos la garganta y el corazón.

domingo, 15 de enero de 2017

Película NERUDA: Puedo escribir los versos más tristes esta noche.




Cuando Pablo Neruda recibió el Premio Nobel de Literatura pronunció un bello discurso donde  cuenta pormenores de su fuga clandestina:
Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros límites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.

Por allí, por aquellas extensiones de mi patria adonde me condujeron acontecimientos ya olvidados en sí mismos, hay que atravesar, tuve que atravesar los Andes buscando la frontera de mi país con Argentina. No había huellas, no existían senderos y con mis cuatro compañeros a caballo buscábamos en ondulante cabalgata -eliminando los obstáculos de poderosos árboles, imposibles ríos, roqueríos inmensos, desoladas nieves, adivinando más bien el derrotero de mi propia libertad.” (1)

Es, precisamente, esa fuga, la secuencia más preciosa de la película de Pablo Larraín. El director traduce en imágenes el discurso Nobel de Neruda. Como si el poeta llevara el Iphone 7 en aquella fuga mítica, donde se jugaba la vida pues los sabuesos del poder le pisaban los talones.
Es el artista enfrentado la burocracia. Es la poesía ubicada al lado de las víctimas. Es el poema número 20 convertido en un manifiesto subversivo.
A los Nerudianos históricos, probablemente les moleste que Larraìn se haya atrevido a realizar una “antibiografia”. Dice el director al respecto:
Puedo decirte en este preciso instante que no tengo idea de quién era porque Neruda es inasible; es imposible encasillarlo. Puedes hacer 100 películas y nunca podrías lograrlo. Y cuando uno entiende eso gana una enorme libertad. Por eso decimos que esta es una película “nerudiana” porque para nosotros, en mi país y en mi idioma, Neruda fue un hombre que creó un microcosmos de una complejidad extrema y profunda (2)

El Neruda de Larrain, no es un biopic. Retrata un momento en la vida de un poeta que ejerce la política y de un político que escribe poesía. Y la escribe  a toda hora: en los burdeles, mientras se emborracha, mientras lo persiguen, mientras atraviesa los Andes congelados. El mayor acierto de Larraín es la paleta de colores. Un delicioso ejercicio de cine negro para contarnos el espíritu de un hombre que le cantó al amor y al pueblo raso. Y una banda sonora que te deja, literalmente, frío, cuando nuestro héroe cruza la frontera de Chile con Argentina. A 20 grados bajo cero.