sábado, 26 de septiembre de 2009

Película El Doctor Alemán: Achtung Parceros !!!

Siloé es barrio loma, ubicado al oeste de Cali. Una especie de pesebre permanente, que culmina, como no, allá donde brilla una Estrella. Un buen día llega un médico alemán a trabajar al hospital universitario del Valle. Un hospital de guerra, prácticamente, donde los pasillos son improvisados quirófanos. Como el alemán mantiene aburrido en la tierra de Günther Grass decide realizar una pasantía en la tierra de Andrés Caicedo.
Una puesta en escena bastante sobria y correcta nos prepara para el choque cultural tipo Joseph Conrad. Digamos que se inicia como un viaje al corazón de las tinieblas. Un viaje no siempre placentero porque puede resultar que nuestro héroe termine enfrentado a una realidad tanto desconocida como agresiva.
Siempre será interesante la mirada que, de nuestra realidad, realizan los artistas extranjeros. Ellos suelen ver cosas que nuestra cotidianidad nos esconde. Estar inmerso en un conflicto nos ha hecho perder la capacidad de asombro. Por ello, mirar un noticiero en Colombia puede producir el efecto anestesia.
Pues bien, un director foráneo puede tener múltiples miradas sobre nuestro acontecer:
1. La mirada compasiva y miserable tipo Schwarzenegger
2. La mirada pseudo-antropológica y primitivista tipo “
Dos bribones tras la esmeralda”
3. La mirada crítica a nuestra historia tipo “Cobra verde “ de Herzog
El director Tom Schreiber mete a su personaje en las entrañas de la pequeña delincuencia colombiana.. Y al hombre le patina el coco. Y no vamos a hablar aquí de la mala imagen y que ayyy nos estigmatizan. La verdad es que en Colombia existe un conflicto cuyas raíces son cada vez más sólidas bajo el amparo de la injusticia social.
La famosa estigmatización por la que gruñe siempre la gente no es más que el afán por meter la basura debajo de la alfombra. Cuando Scorsese, por poner un ejemplo, hace una película sobre la mafia neoyorkina no quiere plantear que todos los gringos sean mafiosos. Eso sería un juicio de generalización incompleta que no cabe en ningún análisis.
No nos equivoquemos: a cualquier película se le exige que esté bien contada y que, sin importar el origen del director, se realice un planteamiento honesto y humano.
Ajá…El Doctor Alemán no es una película honesta y tampoco es humana. La honestidad de una película pasa por un asunto de sensibilidad del artista. No consiste solo en armar el combo de malos y los justicieros buenos. Y la humanidad de una cinta es la manera como los personajes entran en conflicto con sus matices, carencias, fobias y aberraciones.
La fatalidad, si es que el realizador pretende un alegato en torno a esto, no es un asunto del destino. La fatalidad de nuestra realidad está marcada por unas limitaciones objetivas y a la vista. Pero Tom Schreiber no las ve. A él le parece mejor que el galeno alemán venga en una versión reencauchada de Charles Bronson a matar escoria humana. Gente por la que ya nada se puede hacer. Incivilizados, digamos, cuyo único lenguaje es la bala.
Dentro de 50 años, cuando algún chico cine clubista quiera mirar cómo fueron estos tiempos fascistas nada mejor que programar el Dr. Alemán y darse un banquete de limpieza social, de cómo librar a la sociedad de la basura. Así la metamos debajo de una alfombra alemana.
Al doctor Alemán le caen de perlas las palabras de Gabo al recibir el Nobel:
Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.”

sábado, 19 de septiembre de 2009

La literatura y el cine dieron inicio al FestiArte de Cali



Con la notable ausencia de Víctor Gaviria, se inició el FestiArte con el conversatorio “Cine y Literatura” en la Biblioteca Departamental. Poncho Ospina, Roberto Rubiano y Carlos Moreno contaron sus experiencias al respecto pero quedó flotando la sensación de un debate estéril. Digamos que el intercambio de ideas entre artistas siempre será bienvenido pero en el caso del cine y la literatura en estos tiempos de extrema fusión donde los escritores se mueven con solvencia en cualquier área, donde los cineastas escriben y graban video clips...
Existe además un hecho adicional: hoy manda la fragmentación del conocimiento y la lectura total ha ido desapareciendo. Hoy es muy difícil que un estudiante se lea un texto integro. Lo encuentra descuartizado en Google o citado en una fotocopia. De manera que esta fragmentación es la que manda a la hora de rendir cuentas en un trabajo o monografía. En el siglo XIX, por ejemplo no sucedía esto pues no existía el audiovisual y la novela mandaba la parada.
Hoy todo producto artístico es una reescritura por eso el concepto de adaptación prácticamente no existe. Que es El Quijote sino la reescritura de la novelas de Caballería?
Que el cine le robó a la literatura la estructura narrativa en los tiempos de Griffith es un hecho histórico que recordó Poncho Ospina. Que “Perro come perro” nació como un proyecto de novela pero que luego derivó en largometraje lo confesó Carlos Moreno.
De todas maneras, bien por el FestiArte y esperamos al maestro Eliseo Subiela que llegará, mirando al sudeste, la próxima semana.